sábado, 18 de junio de 2016

¿Qué quiere el perrito? Mexicanos acaban con el misterio… guau!



El imaginario mexicano no tiene límites, y me parece que los Simpsons deberían darnos un porcentaje ―al menos en cerveza Duff―, porque estamos llevando a la realidad todos y cada uno de sus sketches.
Ahora es el turno del episodio: “¿Qué quiere el perrito?”, pues científicos del Tecnológico de Morelia y de la UPA han creado un software, para clasificar y decodificar los ladridos de los perros. Sí, estimado tamalito, no es sólo una buena idea para mandársela a Matt Groening, en verdad, los científicos están dedicando su "valioso" tiempo al estudio de una forma que nos permita acceder al significado de los ladridos caninos, porque, como vivimos en la época posmoderna de la renovación ética (excluyente, para con el semejante e incluyente, para con el desemejante), las hiper filias han transcendido el sentido mismo de la existencia humana y ahora mismo es más políticamente correcto amar a los animales que a los seres humanos.
Así, mientras nuestro nuevo ethos permite y promueve investigaciones tan "indispensables" como estas, nuestros científicos olvidan que lo más importante es la solución de problemas humanos, demasiado humanos. En fin, mientras la raza del tamal le siga el juego al mundo en este renacimiento espiritual inherente a la renovación ética, que ya no es del amor al prójimo, sino al diferente (sea de raza, de preferencia, de especie o de lo que sea) las cosas se volverán más cómicas y fabulosas... y podré seguir regocijándome ad infinitum.
Todo tiene consecuencias y si esto se lleva a “Buen Fin”, el próximo noviembre veremos nuestra bella ciudad del tamal llena de perritos con unos cascos decodificadores, con forma de sombreros, con la melodía del Baile del perrito precargada, para cuando muevan la cola y que traducirán sus ladridos con la voz de Stephen Hawking y darán órdenes a sus amos, mismos que en este México de “la tolerancia y la transparencia” no obedecen ni la ley, ni a su conciencia, ni mucho menos se entienden entre semejantes. Como dicen los nuevos tamalitos: “No pos Guau”.